Sentados frente al fuego, los pueblos ancestrales se juntaban a contar sus sueños y buscar su significado. Es momento de retomar esa práctica.
Los sueños son un reflejo de nuestra situación existencial. Nos conectan en forma inmediata con la profundidad de nuestras vidas y, por ello, son una generosa fuente de autoconocimiento. Trabajar con nuestros sueños es una oportunidad de observar lo que nos está sucediendo y ponernos frente a frente con nuestra existencia. Les invitamos a volver a reunirse en grupo a contarnos lo que soñamos y a compartir la búsqueda de los mensajes que nos traen los sueños.
Como método, utilizamos el enfoque Gestalt de trabajo con sueños, que se caracteriza por indagar en la experiencia del sueño, reviviéndolo, completándolo y profundizándolo. Junto a las imágenes y los relatos, buscamos poner atención a las emociones, sensaciones y posturas corporales vinculadas al sueño.
Desde esta mirada, se enfatiza que los sueños constituyen una experiencia específica para cada persona y que no tiene sentido acudir a un diccionario de significados o conjunto de códigos para intentar “descifrarlos”, “interpretarlos” y tratar de responderse qué significa soñar con tal o cual cosa.
Por ejemplo, dependiendo del contexto y de la experiencia de quien sueña, al soñar o al revivir el sueño, soñar con agua puede representar una sensación de libertad de movimiento, de inmensidad e infinito, pero también de ahogo o impotencia. Incluso, el mismo trabajo con el sueño puede consistir en modificar el sentido que le damos a ciertos símbolos, objetos o personas.
Al mismo tiempo, en nuestro trabajo queremos recoger la tradición cultural latinoamericana, donde el soñar y hablar de los sueños es una experiencia compartida. Sólo en este sentido es posible hablar de elementos comunes entre los sueños de distintas personas, o aprender a identificar cuándo estamos soñando para otro o para la comunidad a la que pertenecemos.